Y sin embargo,
mi silencio explota en matices infernales
y mi integridad la partes en dualidades opuestas.
Pero nada importa y todo vale
porque contigo se sobreentiende el riesgo de blasfemar,
y estoy dispuesto a cruzar una docena de umbrales
para hablar de ti y contigo en aquel idioma que me enseñarás.
No existe mejor excusa para condicionar la libertad de palabra
que muy dentro de la semántica de tu significado:
callarte, irremediablemente, conlleva a la obscenidad de la tragedia.
Callando se escapa la razón por algún resquicio inhóspito del alma
porque en mi cabeza navega libremente la sexedonia de tu verdad
a la cual me has invitado con la disponibilidad de tu mirada.
Callándote no comprendería de tus sentidos cuando
con un trozo de tu voz me regalas la complacencia de tu voluntad.
Con tu voz y bajo húmedos fonemas de tus extensiones desplegadas
existe la incomparable orgasmogenia del lenguaje,
y dentro del cenestésico control de sus palabras,.
olvidándonos de significado de poemas
o pudores incapaces de entender nuestra grafomanía somática,
escribiremos la epístola que realice nuestro mutuo hemerotismo restringido.
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