Vida de Trapos

Esta fotografía la capturé mientras daba vueltas al rededor del vecindario en donde viví hasta los diez años, en la ciudad de Toluca, Estado de México. Iba manejando y me sentía algo decepcionado de que el miedo a la inseguridad o la obsesión de sentirse seguros obligara a los habitantes de la ciudad a construir grotescos enrejados en propiedades que durante la niñez consideré bellísimas y notables para fotografiar. La imagen de este hombre, libre de todo miedo u obsesión, excepto aquellos conllevándolo a su condición, desarraigó toda desilusión. En cuestión de estética, el marco, en mi opinión, era perfecto. Tengo que admitir que a lo largo de los años en que he fotografiado personas indigentes durante mis viajes mi motivación es, aparte de artística, también política porque sirve de testimonio que en países supuestamente ricos y avanzados como Inglaterra o Alemania la pobreza permanece y sus víctimas suelen ser personas de color. En este caso, mi motivación –u obsesión- fue netamente artística. Supe que si dejaba pasar esa oportunidad nunca me lo perdonaría. Racionalizando, quizá porque estaba en búsqueda de algo bello en una ciudad progresivamente cubriéndose de horribles celosías, la imagen de este hombre, paradójicamente, se me develó como grotescamente bella.