Monday, May 04, 2009

"Conato de Celos" de Marina Tsvietáieva

Durante una noche blanca en Píter (San Petersburgo, Rusia), escuché a un trovador cantar una melancólica interpretación junto a la Iglesia del Salvador. Mi corazón se desgarró al escucharlo mientras observaba su reflejo desvanecerse en el canal adyacente. Pensé que era una canción de amor y deseé confinarla a la memoria. Los amigos Rusos quienes me acompañaban me dijeron que la canción no era más que una versión de "Conato de Celos" de Marina Tsvietáieva, un poema que me gustaba y ya habíamos compartido antes. Sentí pena, porque la versión traducida de Nicanor Parra que había leído sonaba cruel, nada similar a la versión triste y gutural del trovador. Se lo comenté a Sergei y a Valya. "No te preocupes," me dijeron. "La versión original es aún más cruel, aunque intraducible." Horas después, tuvimos un debate bebiendo té y Baltika 6, comparando varias versiones traducidas al Inglés, al Español y al Francés. Llegamos a la conclusión de que el traductor, sin duda, es un traidor.

Es por eso de que ahora presento mi propia traición. He utilizado las notas que tomé junto a Sergei, Valya, Katya, Luba, Dima, Vika, Yulia, Olya y muchos otros. También he recurrido al diccionario y a la vieja versión de Nicanor Parra que siempre me encantó. Incluyo el poema aquí porque es un mensaje que hoy resuena en mi mente, una profecía que nunca debió de cumplirse; un mensaje, a la inversa, que no merece enviarse.


Conato de Celos

¿Cómo le va con otra mujer?
¿Más fácil? ¡Un golpe de remo!
Por la línea de la costa
pronto se apartó el recuerdo

De la isla flotante que soy yo,
(¡En el cielo, no en el mar!).
¡Almas, almas! ¡Serán ustedes hermanas,
pero no amantes—eso es lo que serán!

¿Cómo le va con una mujer ordinaria?
Después de destronar a la reina
(Y de abandonar el trono usted mismo).
¿Sin divinidades?

¿Cómo es la vida—el intento—
escalofríos? ¿Levantarse—cómo es?
¿Cómo se las arregla para pagar el impuesto
de la vulgaridad inmortal, pobre hombre?

"¡De las convulsiones y sobresaltos es suficiente!
Arrendaré casa; lo he hecho".
¿Qué tal le va con cualquier mujer, elegido mío?

¿Más adecuada y comestible—
la comida? ¿Aburrido?—No proteste. . .
¿Cómo le va con una imitación—
usted quien ascendió al Sinaí? ¿Un agobio?

¿Se vive bien con una extraña,
con un alma mundana? Diga: ¿le ama?
Como el látigo de Dios desde los cielos,
¿acaso la vergüenza no le azota la frente?

¿Cómo le va, cómo está su salud?
¿Qué tal? ¿Todo bien?
¿No le supura la úlcera
de la conciencia inmortal, pobre hombre?

¿Cómo le va con la compra comercializable?
El precio, ¿abrupto?
¿Qué le parece el desmigajado yeso de Paris
después de haber conocido el mármol de Carrara?

(De un bloque la Diosa fue esculpida—
y destruida totalmente).
¿Cómo lo van con la cien mil,
usted quien conoció a Lilit?

¿La compra comercializable satisface sus deseos?
Ahora la maravilla ha muerto.
¿Cómo le va la vida con una mujer mortal,
desprovista de sextos sentidos?

Vamos, sea franco: ¿es feliz?
¿No? Cuénteme, ¿cómo le va la vida
con un vacío sin profundidad? ¿Más difícil,
o lo mismo que a mí con otro hombre?
.
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